Factores de riesgo de cáncer de mama

Se denomina factor de riesgo a aquellas situaciones o circunstancias que aumentan las posibilidades de una persona de desarrollar una enfermedad, en este caso el cáncer de mama. Es importante señalar que el que una persona posea uno o incluso varios de estos factores de riesgo no significa que vaya a desarrollar cáncer, así como no tenerlos no significa que no se vaya a padecer nunca la enfermedad.

Aunque algunos de estos factores pueden ser alterados por la persona (sobre todo a través de la adopción de hábitos de vida saludables), otros no se pueden modificar. Además, algunos factores de riesgo tienen más importancia que otros a la hora de favorecer el desarrollo de la enfermedad y su influencia varía de unos individuos a otros.

Los factores de riesgo en cáncer de mama incluyen:

  • Sexo. La gran mayoría de los diagnósticos de cáncer de mama se producen en mujeres. Los hombres suponen menos del 1% de los casos de cáncer de mama.
  • Edad. El riesgo de desarrollar cáncer de mama aumenta con la edad: la mayoría de los diagnósticos se producen a partir de los 50 años. Esto no significa que las mujeres jóvenes no puedan desarrollar la enfermedad: de hecho, en España están aumentando los diagnósticos a edades tempranas. Alrededor del 25% de los casos de tumor de mama se producen en mujeres menores de 50 años, mientras que menos del 5% se diagnostican en menores de 35.
  • Factores hormonales endógenos. La exposición prolongada a altas concentraciones de estrógenos incrementa el riesgo de desarrollar cáncer de mama. La producción de los estrógenos endógenos está modulada por la función del ovario y tienen que ver con la menarquia, el embarazo y la menopausia. En este sentido, las mujeres que tuvieron su primera regla antes de los 12 años, que no han tenido hijos o se han quedado embarazadas con más de 35 años tienen mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama en relación a aquellas con una menarquia más tardía o embarazos a edades tempranas.
  • Antecedentes familiares. Aquellas personas con un pariente de primer grado (madre, hermana) que ha tenido cáncer de mama tienen más posibilidades de desarrollar la enfermedad. Estas agregaciones familiares son más frecuentes si la enfermedad es bilateral (localizada en ambas mamas) o es diagnosticada a edades tempranas (antes de los 40 años). Se encuentran antecedentes familiares en aproximadamente un 20% de los casos de cáncer de mama.
  • Haber tenido cáncer de mama. Aquellas mujeres que ya han tenido un cáncer de mama tienen un riesgo mayor de padecer un nuevo tumor en la mama contralateral o en otro lugar de la misma mama. Este nuevo tumor es diferente a padecer una recaída del primer cáncer de mama. El riesgo de desarrollar la enfermedad también se ve aumentado en mujeres que han tenido cáncer de ovario o de endometrio.
  • Antecedentes de algunas alteraciones mamarias benignas. Las mujeres que han tenido o tienen ciertas afecciones benignas (no cancerosas) de la mama, como hiperplasia ductal atípica, fibrosis simple, adenoisis no esclerosante o calcificaciones relacionadas con el epitelio, entre otras, también pueden tener un mayor riesgo.
  • Factores genéticos. Existen variaciones genéticas que se transmiten de generación en generación y están muy relacionadas con el cáncer de mama, aunque son poco frecuentes: se calcula que alrededor de un 5-10% de todos los casos de cáncer de mama se deben a factores hereditarios. Los genes portadores de estas mutaciones que actualmente son más conocidos  y habituales son BRCA1 y BRCA2, aunque sabemos que existen más genes implicados en el cáncer hereditario. Es posible que un cúmulo de alteraciones genéticas de bajo riesgo favorezca la aparición del tumor.
  • Administración de hormonas exógenas. El tratamiento hormonal sustitutivo en la menopausia aumenta las posibilidades de desarrollar cáncer de mama. Eso sí, una vez se interrumpe el tratamiento, este riesgo va disminuyendo. En el caso del tratamiento con anticonceptivos orales, así como de los empleados para favorecer la estimulación hormonal en técnicas de fecundación in vitro, no se dispone de datos suficientes que permitan relacionar su uso con la aparición de la enfermedad.
  • Obesidad en mujeres postmenopáusicas. Un mayor índice de grasa corporal en mujeres que han pasado la menopausia aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad, sobre todo si esta grasa se encuentra localizada en el área abdominal (tejido adiposo visceral). En este sentido, el indicador que habitualmente se utiliza para medir la cantidad del tejido adiposo visceral es el perímetro de la cintura: en las mujeres, cuando este perímetro es mayor a 88 centímetros hablamos de obesidad abdominal.
  • Sedentarismo. El riesgo de desarrollar cáncer de mama disminuye a medida que una persona aumenta su gasto energético y, en el caso de las mujeres postmenopáusicas, la intensidad del ejercicio debe ser mayor para conservar sus beneficios. Según el estudio EpiGEICAM de estilo de vida y riesgo de desarrollar cáncer de mama, las mujeres españolas físicamente inactivas mostraron un aumento de riesgo de un 71%  en comparación con aquellas que cumplían las recomendaciones internacionales en cuanto a la práctica de ejercicio físico.
  • Dieta occidental. Existe una serie de elementos relacionados con la dieta para los que diversos estudios sugieren que pueden tener un efecto protector frente al cáncer de mama, aunque su consistencia no es suficiente para incluirlos entre las recomendaciones de forma tajante. Entre ellos destaca el papel de la dieta mediterránea (es decir, aquella basada en el consumo abundante de frutas, hortaliza y verduras y pobre en alimentos ultraprocesados). Según los resultados del estudio epidemiológico EpiGEICAM, la adherencia a este tipo de dieta en las mujeres españolas podría reducir el riesgo de desarrollar un tumor de mama hasta en un 30%. Por el contrario, la llamada dieta occidental, con un alto consumo de alimentos ultraprocesados, aumentaría este riesgo.
  • Consumo de alcohol. Existe un elemento diferencial entre la dieta mediterránea tradicional y la dieta frente al cáncer: el consumo de alcohol. La primera lo admite “con moderación” e incluso atribuye a este tipo de bebidas, sobre todo al vino, algunos efectos beneficiosos; sin embargo, sabemos que el consumo regular de alcohol es  uno de los factores de riesgo más importantes respecto al cáncer, sobre todo entre aquellas personas con una susceptibilidad aumentada.
  • Exposición a radiaciones ionizantes. Especialmente si ésta ocurre antes de los 40 años y, sobre todo, durante la infancia. Estas radiaciones incluyen accidentes nucleares y tratamientos con radioterapia en la zona de la mama, entre otros.

Podemos concluir que el tumor de mama es una enfermedad compleja, ya que su desarrollo está condicionado por numerosos factores de riesgo, y heterogénea, debido a  que su aparición puede tener factores de riesgo muy diferentes. Además, observamos una influencia muy importante de los factores hormonales y un mayor efecto carcinogénico de éstos y otros factores cuando la glándula mamaria es aún inmadura. Por último, destaca el papel que la adopción de hábitos de vida saludables puede tener en la disminución del riesgo de desarrollar la enfermedad.

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